domingo, 21 de mayo de 2023

Historias de Jade

metmuseum

Tras la llegada de los europeos a América se empezaron a definir el valor y uso de objetos, plantas, etc. Miruna Achim, profesora investigadora del Departamento de Humanidades de UAM Cuajimalpa, nos habla en su conferencia sobre el jade y de “cómo se han pensado las antigüedades americanas, el origen de las civilizaciones americanas y su lugar en las historias del mundo”.

En entradas anteriores se ha comentado la visión eurocentrista de la historiografía tradicional pero también hemos hablado sobre la historiografía más actual que pretende dar voz a los pueblos indígenas. No obstante, tal y como comentábamos, el mayor problema que encontraban los historiadores en esta presentación del conocimiento era las pocas fuentes con las que se contaba. De ahí que Miruna intente acceder a ese conocimiento a través del estudio de los objetos. En su caso, concretamente del jade.

Llama la atención el valor que se le otorga a los objetos según la cultura. Un ejemplo claro sería el primero momento de encuentro entre colonizadores y colonizados, que Fray Diego Durán nos muestra en la siguiente imagen.


Códice Durán


En ella vemos como Cortés recibe regalos de un pueblo indígena. Entre estos regalos se encuentra lo que Cortés denomina, en un primer momento, piedras verdes, pero también recibe oro y otros objetos. Los indígenas comentan con Cortés el valor que tienen estas piedras, que para ellos valen más que el oro. No piensa igual Cortés, y así lo refleja en los inventarios que envía a Carlos V en los que no le otorga valor económico alguno. El oro sin embargo si va tasado. Esto nos lleva a pensar que nuestros protagonistas tenían valores totalmente diferentes de las cosas.

Los amerindios veneraban el jade puesto que para ellos era símbolo de eternidad. Se relacionaba con el Universo y con la vida y se usaba con fines medicinales, funerarios, etc.

A pesar de que los europeos no parecían entender el valor del jade, este empieza a circular por Europa y su uso medicinal se extiende por Occidente gracias a la obra médica escrita por Nicolás Monarde. En dicha obra, Monarde indica que el jade, o "piedra de ijada", como él llama a estas piedras verdes, alivian los dolores del bajo vientre. No es hasta el siglo XVIII que el jade pierde su valor medicinal y empieza a tener otro valor. En este punto es en el que comienza la circulación del conocimiento y en esta circulación es la que hay que preguntarse como se pasa de unos valores a otros.

Para Hacking, filósofo e historiador de la ciencia, es importante tener en cuenta el distinto nombre que han ido teniendo estas piedras, pues a través de estos nombres podemos encontrar la interacción que tienen con las cosas que nombran. A esto le denomina nominalismo dinámico. Por ejemplo, el jade se ha llamado "piedra de ijada", "iada", "lejade", Piedra Nefritica, entre otros.

Estos cambios de nombres pueden darnos información sobre los intereses comerciales, científicos, etc. que podían tener estas piedras.

A Miruna le interesan las historias que esconden estos nombres, pero también lo que ella denomina sitios de mediación.

El primer sitio de mediación sería el Códice Florentino o Historia general de las cosas de Nueva España, que consta de 12 volúmenes en los que se cuenta la vida y cultura de los antiguos pueblos del Centro de México cuya lengua era el náhuatl. Lo interesante de estos libros sería que cuentan con dos columnas paralelas en las que se lee, a la derecha, la original en náhuatl y, a la izquierda, la traducción resumida al español. Traducción que necesariamente no es exactamente al original planteándonos que quizás esto esconda una serie de propósitos o fines. Para Miruna estos libros serían un sitio de mediación pues en ellos se entrecruzan las dos culturas y hay que entenderlos como una mediación del conocimiento puesto que, aunque se intenta mostrar la vida de los indígenas antes de la llegada de los europeos, se escribe después de la llegada de estos. Un objetivo de las escrituras de estos libros seria el de evangelizar a las poblaciones indígenas.

El segundo sitio de mediación sería la piedra de ijada, nombre que, como comentamos anteriormente, le da Monardes. También es Monardes quien asocia estas piedras con la medicina.

La comercialización de los indios de las Amazonas con los europeos hará que se empiecen a entremezclar las tradiciones entre unos pueblos y otros.

El tercer sitio de mediación serían las hachas, objetos rituales olmecas tallados en jadeitita. Cuando en Europa se empiezan a encontrar estos objetos hechos de jade o serpentina del neolítico se empieza a buscar la relación con las hachas olmecas que llegan desde Europa. De esta manera la prehistoria europea se leerá en función de objetos americanos.  

Por otro lado, ya en el siglo XIX empiezan a hacerse estudios químicos. Esto servirá para identificar la jadeíta y la nefrita, dos minerales que antes se llamaban jade indistintamente. La preocupación de los científicos es ahora encontrar los yacimientos de donde se extraían dichos minerales. De ahí que comience a circular la teoría que pueden haber venido de China a raíz de una colonización budista del México antiguo. Estas hipótesis ponen de manifiesto la relación entre distintas culturas. No es hasta el siglo XX que se logran encontrar los yacimientos de estos minerales.

En resumen, el conocimiento se va construyendo al agregar muchos fragmentos. No podemos entender los objetos, en nuestro caso el jade, como objetos inertes, puesto que gracias a su circulación se va creando una red de conocimiento. Esto permite incorporar los saberes locales. De hecho, el valor de las piedras se va creando, como hemos ido relatando. Y el contexto en el que se encuentran dichos objetos nos dará narrativas diferentes. Lo que puede convertirse en un problema si hay que analizarlas todas.

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