jueves, 3 de febrero de 2022

¿Y si esta vez un virus fuera la solución?

Fuente: Pixabay

 

Pongámonos en situación (hipotética por supuesto). 

Vas al hospital con un dolor de garganta.

Diagnóstico: Amigdalitis estreptocócica.

Esto significa que tienes una infección causada por unas bacterias que se llaman Estreptococos, grupo A.  Como información adicional supondremos (la realidad es que Streptococcus pyogenes no suele dar problemas de resistencia a penicilinas y cefalosporinas) que este grupo de bacterias se ha vuelto resistente al antibiótico que acababa con tu sufrimiento.

Y es que tristemente estamos ante una realidad. En 2014, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que estos “supermicrobios” podrían causar problemas graves en la medicina moderna, tal y como la conocemos. La realidad es que se prevé que para 2050 la muerte por “supermicrobios” supere a las muertes por cáncer.  Y esto da un poco de miedo, ¿no crees?

Antes de informarte sobre el tratamiento para tu amigdalitis, quizás debamos entender de donde salen estos “supermicrobios”. Y es que tienen varias opciones. Podrían, por ejemplo, mutar genéticamente y transmitir ese gen a sus descendientes, aunque esto ocurre pocas veces. Lo más frecuente es que las bacterias adquieran nueva información genética (estable y heredable) mediante otros métodos:

Transformación: la bacteria adquiere esa información genética (ADN) del ambiente.

Conjugación: se necesita el contacto de dos bacterias: la que copia el trozo de ADN para, posteriormente, cedérselo a la otra.

Transducción: será un virus el encargado de ceder la información genética de una bacteria a otra.

Plásmidos: se encuentran en las bacterias como anillos circulares que contienen pequeños fragmentos de ADN que se asocian a la resistencia de antibióticos.

Fuente: Twitter

ImagenPropia 

A través de estos métodos tendríamos nuestros "supermicrobios". Las causas para llegar hasta este punto serían: tomar antibióticos sin prescripción médica (“a mi madre le fue bien, pues yo también me lo tomo”), hacer un mal uso de ellos (“¿Para qué voy a estar medicándome los 14 días que dijo la doctora? Como ya estoy como una rosa, lo dejo), tomarlos caducados (ojo, que yo veo en más casas de las que me gustaría muchos medicamentos caducados), la pandemia, que ha aumentado un uso injustificado de medicación (“me lo tomo por si acaso”), los administrados a los animalillos para que cojan peso pronto, el tratamiento incorrecto de aguas residuales, etc. 

Vamos que papeletas hemos comprado para que estos "supermicrobios" aparezcan y decidan quedarse en nuestras vidas. 

Presentados quedan y con esto podemos enfrentarnos al tratamiento para aquella amigdalitis que nos diagnosticaron.  

Tratamiento: ante bacterias multirresistentes debemos informarle que no existe actualmente tratamiento que cure su infección.

Aquí podría acabar la historia pero, tenemos la suerte de contar con científicos que buscan alternativas que sustituyan a los antibióticos. Y hoy vamos a rescatar una terapia que se llama fagoterapia (valga la redundancia).

Esta terapia consiste en usar fagos para tratar esas infecciones bacterianas en las que los antibióticos no tendrían nada que hacer.

Los fagos (o bacteriófagos) se descubrieron a principios del siglo XX por dos microbiólogos: Frederick Twort y Félix d’Herelle. Estamos ante  virus que se “alimentan” de bacterias. De hecho la palabra griega fago significa “que come”. La imagen siguiente muestra la estructura de un bacteriófago.


Fuente: Wikipedia                                    

¿Será esta terapia la que nos salve de nuestra amigdalitis?

Como ya tenemos identificada a la bacteria, el siguiente paso sería buscar el fago, o unos cuantos de ellos, que posea la capacidad de “comerse” a nuestra bacteria.

Posteriormente localizaríamos la infección. En el caso de infecciones tópicas podríamos empezar a medicar con cremas, geles o lociones. En otro tipo de infecciones estos fagos podrían encapsularse o inyectarse.

En esta historia, como en casi todas, existen problemas y es que, ¿el paciente de nuestra historia querrá medicarse con virus? ¿Es posible eliminar el riesgo de conversión lisogénica? ¿Es posible que los fagos muten? ¿Cómo los conservamos?

Que un paciente no quiera medicarse con virus puede que esté a la orden del día. Solo tenemos que ver lo que está ocurriendo con la vacuna de la COVID-19.

Veamos qué significa esto de conversión lisogénica. Los virus se replican mediante dos sistemas: el ciclo lítico y el lisogénico. La principal diferencia es que los virus líticos atacan a la célula directamente y los lisogénicos se hospedan en la célula aprovechándose de ella durante algún tiempo hasta que deciden atacar. En este ciclo la bacteria se hace resistente al virus. Y evidentemente no es lo que necesitamos. Por tanto, lo ideal sería trabajar con virus líticos o, a estos virus lisogénicos se le podrían eliminar los genes que les hace seguir este método de replicación. Aquí entraría en juego la ingeniería genética.  

Existe la posibilidad de que los fagos muten e infecten bacterias beneficiosas. Esta situación no es nada favorable.

Y por último, aún se encuentra en estudio la forma de almacenaje y conservación de estos virus. Aunque se apuesta por la liofilización y refrigeración.

Independientemente de los problemas asociados a esta terapia el uso de fagos en medicina es muy prometedor. A fin de cuentas estamos hablando de combatir a los “supermicrobios” con un tratamiento que es barato, abundante en la naturaleza, no daña la microbiota del paciente (acción específica) y es útil con dosis bajas.

El estar inmersos en una pandemia nos tiene que hacer replantearnos la posibilidad de nuevas pandemias. De ahí que tengamos que apostar y apoyar estas nuevas terapias que podrían ser la solución a lo que esté por llegar. 

A modo de curiosidad, Guillermo Quindós indica que los bacteriófagos se están utilizando en ensaladas y quesos para prevenir su contaminación microbiana (Campylobacter, Salmonella, Shigella, Listeria, etc.) con sus posteriores consecuencias sanitarias.

Por supuesto no debemos olvidarnos de nuestro paciente con amigdalitis.

Si fueseis ese paciente… ¿Qué decisión tomaríais? ¿Os medicarías con estos fagos? 

 

Referencias

Material Microbiología Guillermo Quindós Andrés

Microbios Letales 

Fagoterapia

Blog microBio 

 

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