Algunas de mis entradas al blog comienzan hablando de la COVID-19. Y es que, para bien o para mal, la pandemia ha marcado un antes y un después en la sociedad. A estas alturas de la película creo que ha quedado claro lo necesaria que es la ciencia y la importancia de comunicarla correctamente. Principalmente porque puedes encontrarte titulares sobre imanes que se pegan al brazo tras la vacunación del SARS-COV-2.
Es aquí donde la divulgación científica se convierte en un elemento clave para formar al ciudadano “común”.
La COVID-19 ha hecho, en cierto modo, que seamos más conscientes del papel que juega la ciencia en nuestras vidas y del trabajo que llevan a cabo los científicos. Y estos, a su vez, han logrado salir de su círculo transmitiendo conocimiento a la población en general.
Por otro lado, el aislamiento social hizo que empezaran a florecer iniciativas de divulgación científica virtuales. Algo que deberíamos mantener ya que este tipo de actividades ha logrado que más personas tengan la oportunidad de acercarse a la ciencia.
La entrada de hoy es
para hablaros, precisamente, de una de estas actividades: “El podcast de Órbita
Laika”.
Fuente: rtve
Un podcast es como un blog en audio. Es súper cómodo porque puedes escucharlo a tu ritmo las veces que quieras. Cualquier día, a cualquier hora y en cualquier lugar.
Órbita Laika, en concreto, es un podcast narrativo de divulgación científica. A partir de una pregunta, Eduardo Sáenz de Cabezón y Ricardo Moure nos desvelan los misterios de la ciencia. Considero que es un podcast de fácil acceso ya que se puede encontrar en distintas plataformas gratuitas: la web de play radio, Youtube o Spotify.
No sé si será la finalidad de este podcast en concreto pero considero que esta nueva versión del programa atraerá a más audiencia que, al fin y al cabo, es lo que se busca al comunicar ciencia.
A diferencia del programa de televisión, en el podcast no se puede ver ninguna demostración de lo que nos van explicando los colaboradores. Esto, quizás, es lo que menos me gusta de este tipo de formato.
Otra desventaja sería que el oyente no puede participar en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Nos dedicamos a escuchar y poco más. Es cierto que en otras plataformas, como Twitter, se pueden dejar mensajes pero se pierde la esencia de preguntar dudas en el momento que surgen. Aquí es donde nos acordamos de la divulgación presencial. Y en general, de la enseñanza presencial. No solo no podemos preguntar sino que tampoco podemos manipular. Hablo, por ejemplo, de llevar a cabo tus propios experimentos.
En general, y a excepción del “problemilla” de las dudas y la falta de experimentación valoro positivamente la divulgación virtual. Gracias a ella he podido asistir a muchísimas actividades interesantes sin necesidad de moverme del sillón de casa.
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