Escudarse tras ser de letras o ciencias suele ser algo común cuando no conocemos la respuesta a ciertas preguntas que se nos plantean sobre temas que consideramos fuera de nuestro ámbito académico o profesional. Como docente, me gustaría que la brecha existente entre ciencias y letras se minimizara, pero la realidad es que sigue ocurriendo que, en tercero de ESO, por ejemplo, los alumnos que deciden no estudiar ciencias no vuelven a tener ninguna materia sobre ellas. ¿Tiene esto algún sentido?
En 1959, C.P.Snow (escritor, científico y político británico)
ofreció una conferencia, de la que se realizaría un ensayo titulado “Las dos
culturas y la revolución científica”, en la que hablaba sobre la brecha
existente entre los científicos y los literarios, considerados, por la sociedad,
intelectualmente superiores a los primeros. En ella recalcaba la diferencia
entre estos dos grupos que, además, no hacían nada para conocer el trabajo de
los otros. “Se trata de dos grupos polarmente antitéticos: los intelectuales
literarios en un polo, y en el otro los científicos. Entre ambos polos, un
abismo de incomprensión mutua; algunas veces (especialmente entre los jóvenes)
hostilidad y desagrado, pero más que nada falta de entendimiento recíproco.”
Tras una revisión de su ensayo habla de una tercera cultura,
la cual lograría unir las ciencias y las letras. Según Snow serían los
humanistas los que lograrían esa unión a través de la comunicación. En 1995 John
Brockman (editor y agente cultural estadounidense) publica “Tercera Cultura”. Para Brockman esta tercera cultura no consistiría
en una comunicación entre humanistas y científicos, tal y como pronosticaba
Snow, sino que se basaría en el diálogo entre científicos y un público general.
Es decir, serían los científicos los personajes principales de esta tercera
cultura. “Los intelectuales tradicionales están desfasados y han de ser
simplemente desplazados por los científicos y «pensadores empíricos”
Es decir, según Brockman, como los humanistas se niegan a
establecer un diálogo con los científicos las aportaciones que tuvieran que
hacer a la cultura no serían necesarias. Para Brockman la cultura es solo
ciencia y los encargados de nutrir a la ciudadanía con dicha cultura serán los científicos.
Para lograr esta comunicación con la ciudadanía los científicos tendrán, por
supuesto, que saber comunicarla.
Conclusión Personal
Actualmente la brecha entre ciencias y humanidades sigue
presente, sobre todo en el ámbito académico en el que, en la mayoría de las ocasiones,
no se tiene en cuenta que ambas forman parte de una misma cultura y son
necesarias en nuestro día a día. Para ello habría que reestructurar los currículos
de enseñanza actuales en los que, como indiqué al inicio, no consideran imprescindible, ni interesante, que
un alumno vuelva a estudiar ciencias a partir de los 15 años. O en los que no están
contempladas materias como Historia o Filosofía de la ciencia.
Por tanto, y desde mi punto de vista, cultura debería englobar
todo tipo de conocimiento, ya sea humanístico o científico, pero considero que,
para darse dicha unificación, deberíamos obviar los prejuicios que tenemos científicos
sobre humanistas y viceversa.
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