“For our philosophical purposes here, Galileo is historically at the crossroads of two rival philosophical traditions about the aim of science. He was the first one to depart from the tradition of saving the phenomena and to champion a new view of science as being in the business of telling us a true story about nature.” (Massimi, pag. 94)
Realismo o instrumentalismo. Este fue el debate en el que se
encontró Galileo Galilei a lo largo de su vida. Los realistas defienden teorías
que describen total o prácticamente la realidad y los instrumentalistas
defienden que las teorías son herramientas que sirven para realizar
predicciones de manera correcta sin necesidad de acercarse a la verdad.
Para Galileo era posible conocer el mundo, matemáticamente
hablando, porque éste tenía estructura matemática. Podemos leerlo en la
afirmación que hizo en su obra Il Saggiatore:
La filosofía [natural] está escrita en ese
grandioso libro que tenemos abierto ante los ojos, (quiero decir, el universo),
pero no se puede entender si antes no se aprende a entender la lengua, a
conocer los caracteres en los que está escrito. Está escrito en lengua
matemática y sus caracteres son triángulos, círculos y otras figuras
geométricas, sin las cuales es imposible entender ni una palabra; sin ellos es
como girar vanamente en un oscuro laberinto. (Galilei, 1964:631-632).
Apreciamos en su frase una
postura realista. Para él, el mundo se puede conocer si conocemos su lenguaje:
las matemáticas. Teniendo esto presente viajaremos al día en el que la Inquisición
le obliga a abjurar de sus creencias, fundamentadas en la teoría heliocéntrica
propuesta por Nicolás Copérnico. La Iglesia, en un principio, permite a Galileo
enseñar sus doctrinas siempre y cuando él acepte que son instrumentales. Es decir,
tiene que hacer entender a las personas que, aunque sus cálculos expliquen el
universo mejor, no son verdaderos. La realidad siempre será que la Tierra es el
centro del universo. Para Galileo, que piensa que podemos conocer el mundo
aplicando matemáticas, esto es impensable y sería una de las premisas de las
que partimos para hablar de realismo.
Otra premisa sería verificar los
resultados de sus cálculos a partir de experimentos. A pesar de que los
resultados no sean exactamente iguales son tan cercanos a los teóricos que se
pueden aceptar como válidos y, por tanto, describe la realidad. Además, emplea
la lógica inductiva tras realizar dichos experimentos. Identifica los patrones
y de ellos extrae una conclusión general que dará paso a sus teorías.
Todo ello hace que, aunque
Galileo no nombre explícitamente el realismo en sus obras lo defienda a lo
largo de su vida y éste se vea reflejado en sus aportaciones a la ciencia.
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