martes, 28 de febrero de 2023

Programa Radio. Raza, ¿categoría natural?

 

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Si hay algo que nos gusta a los humanos es hacer clasificaciones. Clasificamos ideas, objetos, plantas, elementos químicos y un sinfín de cosas más. Este interés no es algo actual. Ya en la antigua Grecia encontramos a filósofos, como Platón, que muestran inquietudes sobre esta necesidad de tenerlo todo bajo control. La pregunta que deberíamos hacernos es, ¿se puede clasificar todo?

La realidad nos dice que no. Cuestiones como el género, algunas enfermedades o la raza son complicadas de clasificar, es decir, cuestiones que nos afectan directamente a los seres humanos.

Según la RAE clasificar es “ordenar o disponer por clases algo”. Este proceso lo llevamos haciendo durante siglos. Quizás por ello se acuñó el termino “raza” allá por el siglo XVI. Dicho término hace referencia a animales que forman parte de una misma especie tomando como referencia rasgos fenotípicos, es decir, el aspecto externo. La antropología clásica clasificó a lo seres humanos en cinco razas:  africana, asiática, nativa americana, oceánica y europea.

El color de la piel, uno de los caracteres usados que forman parte del concepto raza, es quizás uno de los más controvertidos. Ya lo escribió Charles Darwin en su obra El origen del hombre “entre todas las diferencias que existen entre las razas humanas la más notoria y la más pronunciada es el color de la piel”. Concretamente sobre el color de la piel sabemos que es, la mayor o menor síntesis de melanina, la responsable de ser más blancos, negros, morenos, etc. También sabemos que una piel oscura es sinónimo de protección ante la radiación solar. Con estos ingredientes, y situando nuestro origen en África (hipótesis que la comunidad científica acepta actualmente), la evolución hizo el resto. Que la piel pasará a ser más blanca es fruto, igualmente, de la evolución.

Partiendo de esta premisa todo apunta a que no tiene sentido que la ciencia hable sobre razas. Desde un punto de vista biológico, este término no existe ya que se ha demostrado que somos idénticos en un 99.9% y el 0.1% restante sería lo que nos hace diferentes. En este bajísimo porcentaje se incluiría, por ejemplo, las razones de que desarrollemos ciertos tipos de enfermedades.

Actualmente sabemos que hablar de razas no forma parte de lo que en filosofía se llama categoría natural, pero hubo filósofos, como Kant, que llegaron a afirmar que el color de la piel determinaba la inteligencia de un ser humano. Estas, y otras afirmaciones, generaron uno de los mayores problemas de la historia, el racismo, del que a día de hoy seguimos hablando. Y no porque la ciencia no haya constatado que las razas no existen sino porque existen núcleos en la sociedad interesados en discriminar a otros seres humanos.  

En contraposición, filósofos como Kwame Anthony Appiah nos dan otra versión, y argumentan que las razas no existen. Kwame afirma que son ficticias y que cuando hablamos de razas estamos inventando más que describir la naturaleza. Para él, la palabra raza debería desaparecer puesto que solo se usa para discriminar a las personas.

Estaremos de acuerdo con Kwame en que las razas no existen porque no tienen fundamento biológico. Así lo confirmó la UNESCO, en 1950, en su Declaración de la Raza, que decía: “Desde el punto de vista biológico, la especie Homo sapiens se compone de un cierto número de grupos, que difieren entre sí por la frecuencia de uno o de varios genes particulares. (…) las semejanzas entre los hombres son mucho mayores que sus diferencias.”

Estaremos de acuerdo también en que el fundamento de las razas es meramente social y depende de la historia. Historia que nos deja desigualdades que actualmente afectan negativamente a un número importante de grupos de personas.

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