domingo, 5 de marzo de 2023

"Dios no juega a los dados"... ¿o si?

 

A orillas del río Moskva, en la ciudad de Moscú, se encuentra Muzeon, un parque al aire libre que se caracteriza por los monumentos representados. Paseando encontraremos varias caras de Lenin, Marx o a nuestro conocidísimo Don Quijote de la Mancha. En esta entrada hablaremos sobre el monumento de Einstein y Niels Bohr.



En la imagen observamos la representación caricaturizada de ambos personajes. No obstante, las proporciones parecen estar bien definidas y, para quienes hemos consultado retratos de estos dos científicos, sus rostros también nos resultan fácilmente reconocibles. El monumento los muestra fumando, haciendo uso de la pipa, objeto que muestran ambos en las fotos que se conservan sobre ellos. La otra mano reposa sobre su rodilla, un gesto habitual que apreciamos también en las fotos conservadas.

Niels Bohr

Albert Einstein


Estaremos de acuerdo en que, si salimos a la calle, cámara y micrófono en mano, a entrevistar a los ciudadanos sobre los científicos más relevantes de la historia un gran porcentaje de ellos nombrará a Einstein. Un gran porcentaje de ellos también nombrará la teoría de la relatividad, teoría por la que este científico es famoso. Lo que la ciudadanía, en su gran mayoría, desconoce es que no fue esta teoría la que le hizo ganar el Nobel de Física. Fue la teoría del efecto fotoeléctrico, la cual sería el inicio de la mecánica cuántica y de sus discusiones con Bohr. Discusiones que bien podrían haber empezado de la siguiente manera:

Einstein: “Dios no juega a los dados”

Bohr: “Einstein, deja de decir a Dios lo que hacer con sus dados”

Resulta fascinante la buena relación que parecían tener Bohr y Einstein a pesar de no llegar a un consenso en lo que a la mecánica cuántica se refiere. Sabemos que Einstein siempre intentaba desmontar dicha teoría. Para ello, inventaba experimentos mentales brillantes que muchos de sus contrincantes no sabían desmontar. Muchos, pero no todos, ya que las soluciones solían venir de la mente de Bohr.

Quizás la pregunta pertinente a estas alturas sería, ¿por qué se resistió Einstein a aceptar la teoría cuántica? 

Algunas de las razones serían: por su carácter probabilístico, su filosofía positivista y no realista y aquellas acciones “fantasmales” a distancia que se darían entre partes separadas de ciertos sistemas compuestos. He usado el verbo “resistir” para referirme a algunos de los puntos en los que Einstein se sentía insatisfecho con esta teoría. Esto no quiere decir que la rechazara por completo, sino que había ciertos aspectos e interpretaciones, realizadas por Bohr y la escuela de Copenhague principalmente, de los que él se desvinculaba por no estar de acuerdo.

“Sin duda, Einstein tuvo una personalidad especial, y un carácter no siempre fácil de entender”. Javier Ordóñez.

Lo de que Einstein tuviera una personalidad especial se pone de manifiesto en ciertas anécdotas que han llegado a nuestros días.

Se sabe que Einstein era fumador empedernido. De ahí que en el monumento le hayan representado pipa en mano. Una de las frases que se le atribuyen es: “El fumar pipa predispone a juzgar con serenidad y objetivamente las acciones de las personas”, es decir, que le otorgaba muchísima importancia a fumar. No obstante, aconsejado por lo médicos, tuvo que dejar de hacerlo y es aquí donde comienza la anécdota con su amigo de disputas Niels Bohr. Dicha anécdota es de dominio publico gracias al biógrafo de Bohr, Abraham Pais. En una de sus transcripciones nos cuenta que, durante una de sus sesiones, Bohr le pidió que anotara lo que dijera. Abraham se dispuso a hacer lo que le habían pedido y cuál fue su sorpresa que lo único que anotó fue: “Einstein”. Palabra que Bohr repetía sin cesar dando vueltas alrededor de la mesa.

En cierto momento apareció Einstein por la puerta y pidió a Abraham que no alertara a Bohr de su presencia ya que los médicos le habían prohibido comprar tabaco pero no robarlo y eso mismo se disponía a hacer. Justo cuando iba a lograr su cometido Bohr volvió a repetir su nombre dándose la vuelta para encontrarse a un Einstein pillado con las manos en la masa (o en el tarro de tabaco que guardaba Bohr). Obviamente Bohr se quedó de piedra. Aquello parecía cosa de magia.

Esto parece confirmar que una de las características de la personalidad de Einstein era el sentido del humor. Su famosa foto con la lengua fuera nos serviría como ejemplo para tal afirmación.

A modo de conclusión me gustaría resaltar la extraña “rivalidad” que tuvieron estos dos genios. Rivalidad que entrecomillo porque, tras algunas lecturas sobre sus debates llegas a la conclusión de que, a pesar de tener opiniones diferentes sobre ciertos aspectos, se entendían y respetaban. Ambos admiraban la inteligencia del otro e hicieron que la física de su época fuera, cuanto menos, interesante.  


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