A orillas del río Moskva, en la ciudad de Moscú, se encuentra Muzeon, un parque al aire libre que se caracteriza por los monumentos representados. Paseando encontraremos varias caras de Lenin, Marx o a nuestro conocidísimo Don Quijote de la Mancha. En esta entrada hablaremos sobre el monumento de Einstein y Niels Bohr.
En la imagen observamos la representación caricaturizada de ambos personajes. No obstante, las proporciones parecen estar bien definidas y, para quienes hemos consultado retratos de estos dos científicos, sus rostros también nos resultan fácilmente reconocibles. El monumento los muestra fumando, haciendo uso de la pipa, objeto que muestran ambos en las fotos que se conservan sobre ellos. La otra mano reposa sobre su rodilla, un gesto habitual que apreciamos también en las fotos conservadas.
Einstein: “Dios no juega a los dados”
Bohr: “Einstein, deja de decir a Dios lo que hacer con sus
dados”
Resulta fascinante la buena relación que parecían tener Bohr
y Einstein a pesar de no llegar a un consenso en lo que a la mecánica cuántica se
refiere. Sabemos que Einstein siempre intentaba desmontar dicha teoría. Para
ello, inventaba experimentos mentales brillantes que muchos de sus contrincantes
no sabían desmontar. Muchos, pero no todos, ya que las soluciones solían venir de la mente de Bohr.
Quizás la pregunta pertinente a estas alturas sería, ¿por qué se resistió Einstein a aceptar la teoría cuántica?
Algunas de las razones serían: por
su carácter probabilístico, su filosofía positivista y no realista y aquellas
acciones “fantasmales” a distancia que se darían entre partes separadas de
ciertos sistemas compuestos. He usado el verbo “resistir” para referirme a algunos
de los puntos en los que Einstein se sentía insatisfecho con esta teoría. Esto no
quiere decir que la rechazara por completo, sino que había ciertos aspectos e
interpretaciones, realizadas por Bohr y la escuela de Copenhague principalmente,
de los que él se desvinculaba por no estar de acuerdo.
“Sin duda, Einstein tuvo una personalidad especial, y un
carácter no siempre fácil de entender”. Javier Ordóñez.
Lo de que Einstein
tuviera una personalidad especial se pone de manifiesto en ciertas anécdotas que
han llegado a nuestros días.
Se sabe que
Einstein era fumador empedernido. De ahí que en el monumento le hayan representado
pipa en mano. Una de las frases que se le atribuyen es: “El fumar pipa
predispone a juzgar con serenidad y objetivamente las acciones de las personas”,
es decir, que le otorgaba muchísima importancia a fumar. No obstante, aconsejado
por lo médicos, tuvo que dejar de hacerlo y es aquí donde comienza la anécdota con
su amigo de disputas Niels Bohr. Dicha anécdota es de dominio publico gracias
al biógrafo de Bohr, Abraham Pais. En una de sus transcripciones nos cuenta que, durante una de sus sesiones, Bohr le pidió que anotara lo que dijera. Abraham se
dispuso a hacer lo que le habían pedido y cuál fue su sorpresa que lo único que
anotó fue: “Einstein”. Palabra que Bohr repetía sin cesar dando vueltas
alrededor de la mesa.
En cierto
momento apareció Einstein por la puerta y pidió a Abraham que no alertara a Bohr
de su presencia ya que los médicos le habían prohibido comprar tabaco pero no
robarlo y eso mismo se disponía a hacer. Justo cuando iba a lograr su cometido
Bohr volvió a repetir su nombre dándose la vuelta para encontrarse a un
Einstein pillado con las manos en la masa (o en el tarro de tabaco que guardaba
Bohr). Obviamente Bohr se quedó de piedra. Aquello parecía cosa de magia.
Esto parece confirmar
que una de las características de la personalidad de Einstein era el sentido del
humor. Su famosa foto con la lengua fuera nos serviría como ejemplo para tal
afirmación.
A modo de
conclusión me gustaría resaltar la extraña “rivalidad” que tuvieron estos dos
genios. Rivalidad que entrecomillo porque, tras algunas lecturas sobre sus
debates llegas a la conclusión de que, a pesar de tener opiniones diferentes
sobre ciertos aspectos, se entendían y respetaban. Ambos admiraban la inteligencia
del otro e hicieron que la física de su época fuera, cuanto menos, interesante.
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