Centrales nucleares... Un tema actual
del que últimamente se habla mucho debido a la crisis energética en la que el
mundo está inmerso. Hace pocos días nos llegaba la noticia de que Alemania,
pese a la guerra de Rusia contra Ucrania, cerraba las centrales nucleares que
aún le quedaban. ¿Medida acertada o equivocada? Greenpeace nos diría que
superacertada. Como Greenpeace muchas entidades más. Alfredo García, @operadornuclear
en redes sociales, nos diría que equivocada. Como Alfredo, muchas entidades más.
Lo cierto es que las centrales nucleares han estado
desde su origen en el punto de mira. ¿Por qué? ¿Qué razones hay para que generen
opiniones tan dispares?
La energía nuclear se genera gracias a la fisión nuclear, que consiste en dividir átomos pesados, de plutonio o uranio, en átomos más
ligeros liberando en el proceso grandes cantidades de energía.
Las personas a favor de la energía nuclear pondrán el foco, principalmente, en su nula emisión de gases de efecto invernadero u otros. Gases que se producen en la quema de combustibles fósiles, de los cuales no dependeríamos si hiciéramos uso de nucleares. Además, la electricidad se generaría de forma constante y los precios serían estables y más predecibles de lo que son con el uso de energías renovables y/o combustibles fósiles.
Frente a estas ventajas tendríamos la generación de
residuos que se generan en las centrales y que tardan cientos de miles de
millones de años en degradarse. Estos residuos son peligrosos tanto para las
personas como para el medioambiente.
Por otro lado, algo que aterra a la población que
vive cerca de una central nuclear son los posibles accidentes. De lo que
hablaremos en esta entrada. Los más importantes, y conocidos, por su nivel de
peligrosidad han sido el de Chernóbil (Unión Soviética) en 1986 y el de
Fukushima (Japón) en 2011. Aunque las causas de ambos accidentes fueron
distintas el impacto fue devastador en ambas ciudades y alrededores. Muerte inmediata
de personas, alimentos contaminados, desarrollo de enfermedades, efectos trágicos
en el medioambiente, etc. son algunas de las consecuencias que dejaron huella
en la sociedad.
No escribo esta entrada para posicionarme a un lado
u otro de la energía nuclear. La realidad es que siento que la balanza se "equilibra" si leo las ventajas y desventajas que escribí en párrafos anteriores.
Evidentemente he buscado las probabilidades que hay de que ocurran accidentes,
gran preocupación si vives cerca de centrales. No me arriesgo a escribir cifras
pues son muy dispares en las distintas fuentes que he consultado. Una gran
mayoría afirma que son bajísimas, pero en algún que otro artículo he leído que
estas probabilidades se quedarían cortas y que el riesgo es mayor al calculado.
Entrecomillé el "equilibra" del párrafo anterior porque aunque, por mi formación
ingenieril, las ventajas sean poderosas la realidad es que, tras leer algunos relatos del libro “Voces de Chernóbil” de Svetlana
Aleksiévich las ventajas
iban perdiendo atractivo. Cada lectura me ha hecho tener los pelos de punta.
“Chernóbil, 1986. «Cierra las
ventanillas y acuéstate. Hay un incendio en la central. Vendré pronto». Esto
fue lo último que un joven bombero dijo a su esposa antes de acudir al lugar de
la explosión. No regresó. Y en cierto modo, ya no volvió a verle, pues en el
hospital su marido dejó de ser su marido”
Estos relatos nos invitan a
pensar en esta tragedia en términos de héroes y villanos. Algunas preguntas que
nos pueden rondar por la cabeza son: ¿Qué fallo humano provocó el accidente? ¿Se
informó “tarde” de dicho accidente debido a las represalias del régimen que gobernaba? ¿Qué
hicieron los políticos para proteger a la población y los seres vivos de la
zona? ¿Se podría haber evitado? ¿puede el ser humano destruir el planeta en el
que vivimos?...
A día de hoy sabemos que, aparte de los errores humanos cometidos, la Unión Soviética no permitió que su reactor fuera inspeccionado por organismos reguladores independientes. Organismos que existían y actuaban en Occidente para controlar que todo funcionara correctamente y evitar este tipo de desastres en la medida de lo posible. El hermetismo del gobierno llevó también a no contar en su central con recintos de contención, que sirven para retener los productos radiactivos en caso de accidentes. Es decir, podríamos llegar a la conclusión de que el gobierno, en su intento de que ningún otro país traspasara fronteras, cavó su propia tumba. Aunque en cierto modo no serían las tumbas de las personas que formaban estos gobiernos las que se cavarían. Serían las de los ciudadanos, y seres vivos, que formaban parte de esta ciudad. Como suele ocurrir en estas historias. Hay un relato con voz científica en el que choca leer como estos dirigentes renegaban, públicamente, de la importancia de que la población tomara yodo para protegerse de la radiación. Sin embargo, tanto ellos como sus familias lo tomaban. Es decir, lo que es bueno para mi, no lo es para ti.
También se cuenta como sacaban a sus familias de la ciudad para protegerlos de la radiación y sin embargo la población permanecía en el lugar del accidente, ajena a lo que realmente estaba ocurriendo. Leyéndolo pensé: que malas personas. Pero por otro lado, tampoco me sorprendió. Ya afirmaba Maquiavelo que el ser humano es malo por naturaleza. Frase controvertida a la que la filosofía le da vueltas. De hecho, esta es una cuestión que ha confrontado a muchos filósofos. Entre ellos Hobbes y Rousseau. Otros, como Freud y Fromm no se inclinan hacia una u otro postura.
La conclusión
es que, el ansía de ciertos seres humanos por acumular poder hizo que muchas
personas perdieran la vida o vivieran en condiciones infrahumanas.
Desgraciadamente aún hay más…
Leo en los relatos que hubo
un momento en el que se le entregaron mascarillas de protección a la población.
Protección que no usaban para no crear alarma social. ¿Por qué me he quedado
con este detalle? Porque tenemos reciente la COVID. Recuerdo mi recaída en
enero de 2020 y las recomendaciones de mis médicos de llevar mascarilla por
riesgo a contagiarme de cualquier cosa que pululara por el ambiente. Recuerdo
llegar a la frutería a la que siempre iba, un día en el que la COVID ya había
hecho acto de presencia en España. Recuerdo al frutero decirme que la
mascarilla creaba alarma social y que ellos no se la iban a poner. Sentí que
sobraba en su comercio. ¿De verdad pensamos más en la alarma social o en vender
más productos que en proteger al resto de personas y a nosotros mismos? La
experiencia me dice que así es.
Los relatos continúan… Se pierden vidas, se describen heridas espeluznantes causadas por la radiación, se critica la mala gestión y el ocultamiento sobre lo ocurrido, etc.
Y aunque es
cierto que hay héroes (los califico así porque sus actos me han conmovido)
llama la atención la gran cantidad de villanos que también podría contabilizar.
Esta cuestión nos puede llevar al siguiente dilema. ¿Es necesario investigar
sobre ciertos temas que podrían causar la destrucción del planeta en el que
vivimos?
A la vista está que cuando
hace falta tirar de ciencia no hay nadie que nos pare. Solo debemos recordar
los sucesos acontecidos solo un año después de que la fisión nuclear se descubriera. Aquella
bonita aportación a la ciencia acabó con la creación de las bombas nucleares detonadas
en Hiroshima y Nagasaki. Suceso que marcó a la sociedad por la masacre que
causó. Entonces... ¿debería ser "libre" la ciencia (y los científicos) para investigar sobre cualquier cosa?.
La realidad es que, en tiempos de guerras o crisis, todos parecemos escoger
un bando, aunque sea por obligación. Y nos encontramos ante estas malas
prácticas que hacen que la fe en el ser humano se resquebraje.
Evidentemente la fisión en
centrales nucleares está controlada. O al menos debería, ya que la experiencia
nos dice que, en pocos minutos, podemos acabar con la vida de muchos seres
vivos si algo sale mal. Desde mi punto de vista, la prevención y los protocolos
de actuación en este tipo de emergencias deben ser claros y contundentes.
Si tuviéramos que buscar algún
punto positivo a esta historia podríamos hablar de la vida que parece proliferar
en Chernóbil. Muchos organismos se han adaptado y se reproducen en condiciones
extremas de radiación. La teoría de la evolución parece cumplirse en
situaciones que ponen en peligro la vida en nuestro planeta. No obstante, aún
es pronto para conocer las consecuencias que tendrán, a medio y largo plazo, dichas adaptaciones.
Cierro esta entrada con la triste realidad de que es el ser
humano el mayor responsable de poner en peligro la vida de nuestro planeta. Hoy hemos hablado de centrales nucleares, pero podríamos hablar de contaminación u
otros problemas medioambientales que vamos dejando a nuestro paso.
La solución…centrar nuestros
esfuerzos en utilizar la ciencia para fines que nos acerquen a un mundo en el
que la prioridad sea salvaguardar el planeta que nos permite permanecer en él sin
pedir nada a cambio. Ese punto azul pálido…
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