¿Qué significa descubrir y comprender? Parecen conceptos sencillos
que usamos en nuestro día a día, pero tras ellos se esconden matices que quizás
nunca nos hemos planteado. En el artículo de Olarte "La comprensión del
nuevo Mundo: Geografía e historia natural en el siglo XVI" se da una
visión muy interesante sobre ambos.
Empecemos por el verbo descubrir…
Así, a bote pronto, diríamos que significa hallar algo que nadie
ha visto antes. Los descubrimientos se consideran algo excepcional y puntual,
normalmente protagonizados por una sola persona. Pues bien, según Olarte, los
descubrimientos deben entenderse como procesos en los que existe interacción entre descubridores y descubiertos, no solo de personas sino de objetos,
prácticas sociales, etc.
Es decir, pasaríamos de una visión de descubrimiento
unidireccional y asimétrico a una visión simétrica en la que los dos mundos que
interaccionan se encuentran. Posible, si no fuera porque una de las mayores
dificultades con las que se encuentra esta visión de descubrimiento es que
únicamente se cuenta con narraciones de nativos o interpretaciones de los
descubridores.
¿Sería correcto decir que Colón descubrió América? La respuesta, obviamente, es no. Este
continente ya existía antes de que Colón llegara. Su civilización, su historia y sus tierras ya estaban ahí. Pero parece que hasta que no llegan los conquistadores,
le ponen un nombre europeo y lo incluyen en sus mapas, todo esto es inexistente.
Respecto a comprender…
A lo largo de los siglos, el descubridor ha intentado comprender aquello
que le resultaba desconocido. Para ello, lo ha transformado en algo que le
resultaba familiar y, una vez comprendido, se ha apropiado de ello. La otra
visión de comprender se basaría en que las transformaciones la sufrirían el
sujeto que quiere comprender y aquello que quiere ser comprendido. Por ello,
refiriéndonos al descubrimiento de América, deberíamos decir que la invención
de este Nuevo Mundo estaría ligada a la de Europa y esta unión consolidaría la
ciencia occidental gracias a los mapas y catálogos de ciencias naturales
creados durante los viajes entre ambos continentes.
La cartografía sería por tanto una herramienta fundamental para
comprender el Nuevo Mundo. De ahí que los conquistadores se dedicaran a dividir
los dominios con el objetivo de ordenarlos.
“Así como los granjeros señalan y dividen sus tierras con líneas
fronterizas, ha sido nuestro propósito marcar los principales países del mundo
con los emblemas de sus gobernantes…”
De esta manera, y a través de un papel impreso, las personas
podían ahora explorar otros lugares sin salir de casa. En este punto jugó un
papel importantísimo la invención de la imprenta.
Para José Rabasa, esta integración del Nuevo Mundo a los mapas de
Europa redefiniría no solo este Nuevo Mundo sino también Europa y sería la
consolidación del eurocentrismo puesto que el mundo se clasificaría desde
entonces con el sistema centro-periferia.
A partir de aquí los europeos buscarían transformar América en Europa. Esto puede ser comprobado en muchos grabados en los que se desvela el encuentro con América. Uno de ellos sería el de Johannes Stradanus.
En el grabado de Jan
van der Straet mejor conocido como Johannes Stradanus (1523-1605) vemos el
encuentro de Américo Vespucio con América.
Hay varios aspectos resaltables, pero principalmente queda patente que el autor quiere mostrarnos las diferencias existentes entre América y Europa. Lo salvaje y lo civilizado, la naturaleza y la cultura, etc. En este sentido América sería el bebé que nace y Europa sería el padre que tiene que cuidar, y educar, a su futuro retoño.
Pero la cartografía, y su división del mundo, no es la única
herramienta que nos ayuda a comprender. Los objetos de la naturaleza serían el
otro gran imprescindible para tal fin. De ahí que la Historia Natural jugara un
papel importante en la compresión del Nuevo Mundo. Y es que, la clasificación y
el nombramiento de los objetos naturales que se haría, a partir del periodo de
la Ilustración, haría que las sociedades europeas se sintieran con el control
de todo lo que iban catalogando a su paso. No solo de la naturaleza sino de las
culturas.
Durante el siglo XVIII, España se centró en realizar expediciones
con el objetivo de realizar inventarios, mayormente de vegetación tropical, que
harían crecer su economía.
Estos inventarios fueron un instrumento de apropiación puesto que
para realizarlos se establecían comparaciones y analogías con la fauna, flora,
etc., que los españoles, o europeos, ya conocían.
Un obstáculo que encontraron los conquistadores fue el transporte
de aquello que recogían en sus inventarios. Evidentemente viajar en aquella época
con plantas o animales requería de técnicas sofisticadas. De ahí que se
conformaran con nombres, dibujos y obras que, posteriormente se adquirían por
coleccionistas de la aristocracia o museos que pretendían mostrar su poder. Es decir,
lo natural se convirtió en propiedad de unos pocos. La imprenta fue crucial
para este proyecto.
Con el oro y la plata no tuvieron problemas puesto que, gracias a
las amalgamas que formaban con el mercurio (no podía acabar esta entrada sin
nombrar mi pueblo: Almadén), fueron capaces de extraer estos metales y
transportarlos, haciendo que la riqueza de la monarquía española aumentara
considerablemente.
“Todos los grandes imperios han procurado ordenar el mundo”.
Desde mi punto de vista, una palabra más acertada seria “todos los
imperios han procurado controlar el mundo” y a partir de ese control
transformarlo a su imagen y semejanza. Y lo consiguieron puesto que, a pesar de
que España finalmente perdió las colonias conquistadas, estas ya habían adoptado
la religión, la lengua e incluso la ciencia.
Referencias
Mauricio Niego. "La comprensión del Nuevo Mundo: Geografía e historia natural en el siglo XVI." El nuevo mundo: Problemas y debates. Bogotá. Universidad de los Andes (2004).
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