¿Es la inteligencia artificial el nuevo farmacón?
La inteligencia
artificial sería, obviamente, un nuevo farmacón. Si la analizamos, por ejemplo,
desde el punto de vista de la educación comprobamos que ofrece tantos efectos
beneficiosos como riesgos. Y estos beneficios y riesgos ocurren simultáneamente.
En el ámbito
educativo la inteligencia artificial podría ayudarnos a abordar un tema peliagudo
que es el de la atención a la diversidad ya que a través de ella se podrían
hacer estudios más completos sobre las necesidades individuales de cada alumno
y a partir de dicho estudio redirigir el proceso de enseñanza-aprendizaje. Simultáneamente,
esta inteligencia artificial estaría recopilando información del alumnado que
luego podría ser utilizada para otros fines. Y también tendríamos que tener en
cuenta los sesgos de género o raza que pudieran existir.
Por otro
lado, con la inteligencia artificial el alumnado tendría disponibles
herramientas ilimitadas. Esto podría ser beneficioso para aumentar la práctica
de aquello que genera más problemas. Sin embargo, estas herramientas podrían
hacernos creer que la enseñanza presencial no es necesaria. Es decir, los
profesores tendríamos los días contados (ocurre actualmente que un porcentaje
del alumnado no atiende en clase porque luego puede ver un vídeo en Youtube).
Esto podría perjudicar las habilidades sociales y emocionales que caracterizan
al ser humano.
La inteligencia
artificial ayudaría a los docentes a reducir su carga de trabajo (menos correcciones,
por ejemplo) y dedicar más tiempo a formación y otros tipos de proyectos con su
alumnado. Para que esto fuera posible los algoritmos de corrección deberían
estar programados correctamente. Si hay algún desajuste podrían ocurrir los sesgos
que mencionábamos anteriormente.
Estos son
solo algunos ejemplos de cómo la inteligencia artificial tiene su lado bueno y
malo en educación. Aunque podríamos haber hablado sobre su uso en economía,
política, etc. Estos beneficios y riesgos ocurren a la vez y no es posible separarlos
por mucho empeño que pongamos.
¿Podría la
inteligencia artificial transformar la democracia y generar otro tipo de
pensamiento político?
Lo primero
que hay que tener claro es que esto dependerá de la regulación que se haga sobre
su uso. Evidentemente si confiamos en cualquier noticia que leemos o vemos, al
igual que en cualquier tecnología que nos presentan, la democracia y cualquier
pensamiento que tengamos puede cambiar. Con la inteligencia artificial podríamos
ver y escuchar discursos de presidentes totalmente inventados ya que existen
herramientas que imitan la voz, los gestos, etc. Independientemente de que el
contenido sea falso y, posteriormente se nos diga, nuestro cerebro ya habrá
captado parte de esa información y quedará vagando como información residual
para después usarla en algún momento. Por ejemplo, a la hora de votar.
Sin
embargo, si estas herramientas tecnológicas se regulan podrían ser beneficiosas
para la democracia. Por ejemplo, podrían ayudarnos a resumir y analizar mucha
información en poco tiempo. Esto serviría a la ciudadanía en la toma de
decisiones puesto que tendríamos a nuestro alcance comparativas de, por ejemplo,
los programas electorales de todos los partidos políticos que se presentan a la
presidencia. Habría que tener en cuenta, y regular, los sesgos que la inteligencia
pudiera generar. En realidad, habría que trabajar en los sesgos que tengan las
personas que diseñan dichas tecnologías puesto que la tecnología, al igual que
la ciencia, debería ser neutra.
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