miércoles, 6 de abril de 2022

Mindfulness

 

Fuente: Pixabay

Responsable del Programa (RP): Imagínate en una clase rodeada de gente. Todo transcurre con normalidad pero en un momento dado empieza a haber alboroto. Todos habláis a la vez. De repente se escucha a la profesora decir: “Silencio, que estamos en clase” Y de repente renuncias al ruido y vuelves al momento presente, te centras en el “aquí y ahora”. 

Almudena Pérez, doctora en neurociencia, buenos días. ¿Es el mindfulness lo que acabamos de definir?

Colaboradora (C): Buenos días José Ramón. Pues sí. Seguramente nuestros oyentes se han imaginado la escena y han podido conectar con ella. Yo voy aportar otra definición presentando de esta manera a Jon Kabat-Zinn, doctor en biología molecular por el MIT y una de las personas más reconocidas dentro del mindfulness a nivel mundial. Él define el mindfulness o la atención plena como “la conciencia que se despierta a raíz de prestar atención al momento presente de forma intencionada y sin juzgarlo”

Y en el verbo juzgar está la clave del mindfulness ya que lo que se pretende con esta “forma de vivir” es tomar conciencia de cuanto juzgamos y si, tras el juicio, la reacción emocional es positiva o negativa.

Podríamos decir que es una forma de contactar con nuestra propia mente.

(RP): Y supongo que esto tendrá consecuencias…

(C): Por supuesto. Solo tienes que buscar en Google “beneficios del mindfulness” y te saldrán muchos resultados en los que nos cuentan que ayuda a controlar el insomnio, el estrés, la ansiedad o mejora la creatividad, entre otros. Pero, ¿qué hay de verdad tras estas afirmaciones? Aquí es donde vinculamos el mindfulness con la neurociencia. Y es que realmente se ha comprobado, en numerosos estudios, que la práctica del mindfulness produce cambios en el cerebro. Y estos cambios son posibles gracias a la neuroplasticidad. Un concepto que no se conoció hasta finales del siglo XX y que debemos a Marian Diamond, una científica que pensó que había que analizar el cerebro de Albert Einstein. Ese genio del que todos hemos oído hablar. Diamond quería saber si el cerebro de este hombre era diferente al de otras personas. Y no, no lo era. A excepción de que contenía más células encargadas del mantenimiento del equilibrio de las neuronas que los cerebros que usaba de control. La conclusión de Diamond, tras muchos años de investigación, fue que los estímulos que se proporcionan a las neuronas hacen que el cerebro pueda cambiar y moldearse. Y esto es lo que pretende el mindfulness. Reestructurar nuestro cerebro con el objetivo de producirnos bienestar.

(RP): Entonces, la idea es que para que mi cerebro cambie  tengo que sentarme a meditar. Dejar la mente en blanco, no pensar en nada…

(C): No, no. Esta idea de “entrar en trance” es una creencia extendida sobre lo que significa esta práctica. De hecho produce tanta frustración en las personas que quieren empezar a llevarla a cabo que terminan apartándola de su vida. Hay que ser conscientes de que nuestro cerebro no puede parar de pensar. A este ajetreo mental se le conoce, en el budismo, como “mente del mono”. El mono simboliza nuestra mente saltando de un lado para otro. Santa Teresa de Jesús también le puso nombre a este estado mental y le llamó “la loca de la casa” refiriéndose a ese dialogo interno que no nos deja estar en paz. En neurociencia llamamos a este estado “red neuronal por defecto”, término que le debemos al neurólogo Marcus Raichle. Ese vagabundeo mental o mind-wandering hace que se fortalezca el sentido del yo reduciendo el estrés, incrementando la creatividad, etc. Podríamos decir que, en cierto modo, es útil. ¿Qué ocurre entonces? Según estudios nos pasamos un 75-80% de nuestro tiempo con ese piloto automático, imaginando y recordando, es decir, con el cerebro muy activo. En este caso ese vagabundeo mental solo produce infelicidad, que además se agrava en personas que sufren depresión, ansiedad, Alzheimer o autismo.  

(RP): Entonces sí parece necesario “entrar en trance” para que nuestro cerebro no piense tanto, ¿no?

(C): No, realmente lo que se pretende con el mindfulness no es dejar de generar pensamientos sino dejarlos correr. Como si se los llevara la corriente de un rio. Imagina que estás en la orilla de ese rio y tus pensamientos flotan dentro. La idea es que observes esos pensamientos. Sin juzgarlos. Sin retenerlos. Dejando que la corriente se los lleve. De esta manera se puede volver al momento presente.

(RP): Entiendo. Entonces, y valga la redundancia, volvamos al momento presente. Antes nos contabas que la práctica de mindfulness producía cambios en el cerebro. Cuéntanos cuales son estos cambios.

(C): Se ha comprobado una disminución en el volumen de las células de la amígdala. Y esto es beneficioso porque pasamos de estar agobiados y nerviosos a un estado más calmado. También se ha comprobado un aumento en el grosor de la corteza cerebral que permite mayor control en la toma de decisiones, la conciencia y la concentración.

Además estimula la neurogénesis, que es la capacidad que tiene nuestro cerebro de regenerarse. El problema se presenta en situaciones de estrés ya que no somos capaces de llevarla a cabo. Aquí entra en juego el famoso cortisol o, lo que es lo mismo, la hormona del estrés. Pues bien, se ha comprobado que, durante la práctica del mindfulness, el organismo comienza a reabsorber el cortisol liberando otras sustancias como la oxitocina, la serotonina, etc. que estimulan la neurogénesis.

(RP): Podríamos concluir entonces que el mindfulness nos va a proporcionar mayor bienestar, que se traduce en un aumento de nuestra capacidad de atención y escucha e incluso vamos a ser más productivos en nuestro trabajo.

¿Qué hay del sistema inmunológico?

(C): Se ha llegado a la conclusión de que aumenta la producción de anticuerpos. Y esto es sinónimo de combatir más eficazmente cualquier enfermedad a la que nos tengamos que enfrentar. Este hecho está íntimamente relacionado con la atenuación de secreción de cortisol de la que hablábamos hace unos minutos.

(RP): Si algo nos queda claro es la cantidad de beneficios que aporta el mindfulness. Para terminar, ¿podrías contarnos como llevarlo a cabo?

(C): Si somos principiantes recomiendo las meditaciones guiadas. De esta forma será más rápido aprender la técnica. En caso de querer meditar por nuestra cuenta recomiendo buscar un momento del día en el que verdaderamente estemos relajados. Aunque, puestos a elegir, un buen momento es al levantarnos. El lugar no importa. No hace falta irse a un monasterio para meditar. Se puede hace en cualquier sitio, incluso en el metro. Podemos centrarnos en la respiración o poner el foco en algo que sintamos en nuestro cuerpo. Al menos durante 5 o 10 minutos. No importa si lo estamos  haciendo bien o mal. Lo más importante es ser constantes. Si meditamos cada día comprobaremos, en primera persona, los beneficios de los que hemos hablado.  

(RP): Acabamos la sección de neurociencia dando las gracias a la doctora Pérez por haber estado con nosotros y a ti, que me estás escuchando, recordarte que mañana te esperamos, como cada día, a las 11.00. Hasta entonces, que el mindfulness te acompañe.     

Nota: esto es solo un trabajo sobre los beneficios del mindfulness pero os animo a buscar información actualizada para contrastar todo lo que aquí se dice. Quizás algunos beneficios no sean tales ;)

 

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