Desde tiempos remotos la humanidad ha querido acabar con el dolor. En las civilizaciones antiguas se pensaba que el dolor era causado por los demonios, la magia o los dioses. La medicina tradicional china, medicina holística en la que se entiende que no existen enfermedades sino enfermos, pensaba que era causado por un desbalance en la energía vital (Chi) y que la solución era equilibrar el Yin (energía negativa) y el Yang (energía positiva) a base de acupuntura.
Según la RAE la acupuntura se define como la “técnica terapéutica de la medicina tradicional china consistente en introducir agujas en puntos determinados del cuerpo del paciente”. A estos puntos se les conoce como zonas acupunturales.
La pregunta
que nos debemos hacer es: ¿es la acupuntura una ciencia? ¿Qué piensa la población
sobre ella? Hice una pequeña encuesta en mi cuenta de Instagram sobre este tema
y cual fue mi sorpresa al confirmar que para casi la mitad de los votantes la
acupuntura es una ciencia.
Para
conocer a fondo la acupuntura los científicos tendrían que haber descubierto
esa energía vital de la que habla esta terapia. ¿A cuántos julios equivale? A día
de hoy esta energía sigue sin ser descubierta. Por otro lado, y según la
medicina tradicional china, esa energía vital o chi fluiría por una red de
canales y vasos llamados meridianos y colaterales respectivamente. Esta red de
canales tampoco ha sido descubierta y tampoco hay evidencias de que las llamadas
zonas acupunturales presenten alguna diferencia con otras zonas del cuerpo
humano. Es decir, si queremos realizarnos una sesión de acupuntura solo la persona
que nos la realiza encontrará esas zonas. El médico de cabecera seguramente no
las encontraría.
¿Por qué entonces
hay personas que, a partir de esta terapia, consiguen aliviar su dolor? Los científicos
han propuesto varias teorías, que aún están por confirmar. Entre ellas estaría
la liberación y actuación de compuestos analgésicos (neuropéptidos – endorfinas),
regulada por el Sistema Nervioso periférico y Central. Por otro lado, estaría
la Teoría de la compuerta de Melzack y Wall que nos viene a decir que cuando el
cerebro capta otro dolor, en el caso que nos ocupa sería la aguja con la que
nos pincha, el dolor que queríamos tratar queda relegado a segundo plano.
Entonces,
si estas teorías no han sido demostradas, ¿Cómo puede ser que haya personas que
afirmen sentirse mejor cuando reciben estas terapias? Aquí entraría en juego el
llamado efecto placebo (del latín placēbō, complaceré) que nos viene a decir
que las personas mejoran porque creen en el tratamiento. Quizás una opción para
seguir investigando sobre si la acupuntura funciona realmente sería probarla en
grupos de personas afectadas de Alzheimer, ya que ellas no experimentan dicho
efecto debido a su pérdida de capacidad de tener expectativas, que viene dada
por la pérdida de sustancias gris en el córtex prefrontal.
La
acupuntura estaría, por tanto, dentro de la lista de pseudociencias
independientemente de que la sociedad la acepte mejor. Una de las razones de dicha
aceptación podría ser que las personas no suelen abandonar sus tratamientos
médicos convencionales para tratarse únicamente con acupuntura. A modo de
ejemplo podríamos citar el caso de pacientes que deciden utilizar la homeopatía
(otra pseudociencia) para curar sus cánceres. Otra razón seria la de no
presentar efectos adversos, aunque esto habría que cogerlo con pinzas puesto
que las punciones pueden provocar hematomas, hemorragias, mareos, etc. Esto,
por ejemplo, debemos tenerlo en cuenta los pacientes sometidos a trasplantes
que hacen que nuestro sistema inmunitario no funcione como debería. De hecho,
no es una terapia que nos aconsejen hematólogos y oncólogos.
A pesar de
todo esto la acupuntura ha tenido gran influencia en otras culturas, llegando
incluso a integrarlo en sus sistemas públicos de salud. No obstante, no debemos
olvidar lo expuesto anteriormente, y es que para que la acupuntura se considerará ciencia debería ofrecer
conclusiones válidas y razonadas que además pudieran ser comprobadas y
reproducibles.
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