¿Es
independiente lo que sabemos o creemos saber acerca del mundo de qué es o cómo debe
ser el conocimiento?
Si
repasamos lo que sabemos sobre el conocimiento del ser humano nos daremos
cuenta rápidamente de la conexión que tiene con la compresión del mundo en el
que vivimos. El conocimiento, y nuestra forma de comprenderlo, ha evolucionado a
lo largo del tiempo teniendo presente el contexto histórico y cultural en el
que se desarrollaba.
Desde
la antigüedad hasta el presente el conocimiento ha ido cambiando y nuestras
formas de evaluarlo también. Esto ha sido debido, no solo a la influencia de
factores culturales e históricos, sino también a cómo ha evolucionado nuestro
sistema cognitivo. Por ejemplo, la ciencia antigua carecía de un método
científico. Esto se traducía en que no importaba si las teorías se demostraban.
Con lógica les llegaba. Y si la lógica fallaba solo tenían que recurrir a la
religión. Religión que, si no le cuadraba lo que contabas, podían acusarte de
herejía y quemarte en la hoguera. Condena que sufrió Giordano Bruno por negar
que la Tierra era el centro del universo. Universo que, Según Giordano, sería
infinito y del que Dios formaría parte. Esta teoría no gustó nada a la Iglesia
pues contravenía los designios bíblicos. Más aún que Dios, ser por encima de
todos y todo, formara parte de ese Universo que Giordano presentaba.
Modelo Geocéntrico
Con
la revolución científica, y la llegada del método científico, el conocimiento
cambió radicalmente. El método científico se basaba en observar, plantear hipótesis
y experimentar para comprobar si las teorías propuestas eran verdaderas o al
menos se acercaban, lo máximo posible, a la verdad a la que se quería llegar.
Es
decir, hubo un cambio radical en la forma en que teníamos de concebir el conocimiento.
Conocimiento que iba cambiando, y cambia, en función de los diferentes momentos
históricos en los que se valore.
Estos
cambios no supusieron, ni suponen actualmente, una rotura con el conocimiento
de nuestras generaciones pasadas. El conocimiento generado por dichas
generaciones si influye en como concebimos el conocimiento actualmente. El uso
de ciertas expresiones usadas hoy día como “que el sol se pone o se levanta”
son un claro ejemplo de dicha influencia.
Ensimismamiento
cultural y cómo salir de él…
El
ensimismamiento cultural se refiere a la tendencia que tiene el ser humano de obviar
la naturaleza y el mundo exterior centrándose únicamente en su propio conocimiento, el cual se concibe como real. Se desconoce si este ensimismamiento se ha dado a
lo largo de toda la historia puesto que, no es hasta la aparición de la
escritura, que tenemos registros del conocimiento de las distintas culturas.
Las
raíces del ensimismamiento serían: la ceguera cognitiva del cerebro, es decir, la
incapacidad de nuestro cerebro para comprender su funcionamiento (no sé que no
sé), la evolución y estructura natural de nuestro sistema cognitivo desde
nuestros inicios hasta hoy día, la influencia del dualismo cartesiano originado
por Descartes en la que mente y cuerpo pueden ir por separado y, por último, la
densificación de la segunda naturaleza, referida a la relación que tenemos cada
vez más estrecha con las tecnologías apartando el mundo natural.
Salir
de este ensimismamiento sería ventajoso para el ser humano puesto que ampliaría
nuestro conocimiento. Además, nos permitiría explorar la relación existente
entre cultura y naturaleza. Para poder salir de dicho ensimismamiento deberíamos
trabajar varios aspectos entre los que se encontraría cómo el conocimiento y la
cultura están estrechamente relacionados con aspectos socioculturales e históricos.
Actualmente,
con nuestra inmersión en la segunda naturaleza, podríamos estar saliendo de
este ensimismamiento cultural. Aunque hay que tener presente que esta segunda
naturaleza nos enfrenta a retos diarios que debemos poder superar. Uno de ellos
sería la autonomía que tienen actualmente los sistemas de inteligencia
artificial. Además, la rapidez con la que evolucionan estos sistemas nos insta
a adaptarnos día si y día también y aunque podemos ser capaces de lograr dicha
adaptación (sujeto-usuario)
aún no se conocen con exactitud las consecuencias y el impacto que esta segunda
naturaleza tendrá sobre el conocimiento. Lo que si sabemos es que existen
cambios en su forma de producción y transmisión.
Un
ejemplo de lo explicado anteriormente sería el cambio que ha, y está, sufriendo
el lenguaje de signos. Lengua que venimos usando desde hace unos 45 500 años,
con la aparición del arte rupestre. El lenguaje ha evolucionado a lo largo de
los siglos. Lo podemos apreciar leyendo un libro de hace unas cuantas décadas. O
simplemente sentándote a la mesa con distintas generaciones de una misma
familia. Sin embargo, el mayor cambio podría haberse originado con la llegada
de las nuevas tecnologías en las que la importancia de abreviar lo que transmitimos
es importante. De ahí que el uso de emoticonos y memes sea muy usado.
Las
máquinas, por su lado, también utilizarían su propio lenguaje, el código
binario, que la mayoría de personas no entienden.
La
realidad virtual está cambiando aspectos que antes considerábamos intrínsecos al
ser humano, como la creatividad intelectual y la forma en la que entendemos el
mundo. De ahí que el futuro de la transmisión y el procesamiento del
conocimiento se esboce cada vez más alejado de la acción humana.
Actualmente
estaríamos viviendo, por tanto, una adaptación a esta llamada segunda
naturaleza creada por nosotros mismos, la cual sería equiparable a la que
tuvieron que hacer nuestros ancestros para poder vivir en la llamada primera
naturaleza.
Tras
esta reflexión y respondiendo brevemente a la pregunta con la que iniciábamos esta
entrada, la respuesta sería que, lo que sabemos o creemos saber acerca del mundo,
no es independiente de qué es o cómo debe ser el conocimiento, ya que nuestra forma
de comprender dicho conocimiento está siempre ligada a cómo comprendemos el
mundo en el que vivimos.
Este
conocimiento evolucionaría y cambiaría a lo largo del tiempo influenciado por
los avances científicos, los desarrollos culturales y los contextos históricos en
los que se desarrolla.